La toxicomanía en pacientes sin precedentes de este problema es muy poco común, por lo que generalmente se puede recetar libremente opioides y otros fármacos controlados para el alivio de síntomas sin miedo a que se abuse de ellos. Cuando un paciente muestra un comportamiento problemático relacionado con la toma de fármacos, a menudo éste se debe a su falta de capacidad para controlar el dolor. Sin embargo, muchas personas con cáncer cuentan ya con un historial de farmacodependencia. Estos pacientes tienen necesidades especiales a las que con frecuencia no se da importancia porque se pasa por alto este problema. Casi un tercio de la población de los Estados Unidos ha usado drogas alguna vez, y se estima que entre el 6% y el 27% padecen un trastorno de abuso de drogas o alcohol. Debido a la frecuencia del abuso de estas sustancias y a la relación entre la toxicomanía y algunos tipos de cáncer, los problemas relativos a los abusos y adicciones se suelen presentar en el área de cuidados paliativos.
Los pacientes con un historial de abuso de drogas o alcohol son extremadamente heterogéneos, y el estado de cada paciente afectará directamente a su cuidado paliativo. Aunque no hay suficientes datos empíricos que definan las diferencias entre los grupos, es evidente que los pacientes que en el presente abusan del alcohol, las drogas ilegales o los fármacos presentan distintos problemas que aquéllos que se están recuperando sin usar fármacos o los que están participando en programas de mantenimiento con metadona. Puede ser difícil realizar un diagnóstico apropiado de este trastorno debido a las variaciones de los comportamientos abusivos con el tiempo, los cambios en los factores comórbidos físicos y psicológicos que influyen en el abuso, y los problemas inherentes con la nomenclatura de la toxicomanía en las personas con enfermedades físicas.
Los pacientes con un historial de toxicomanía presentan muchos problemas clínicos. Los médicos deben controlar y vigilar el uso de fármacos y drogas por parte de todos los pacientes. El seguimiento de los tratamientos para la enfermedad subyacente por parte de los pacientes de cáncer que abusan de las drogas puede ser tan precario que dicho abuso llega de hecho a acortar su esperanza de vida al evitar la administración eficaz de la terapia principal. El pronóstico también se puede ver alterado por el uso de drogas de tal manera que interactúen negativamente con la terapia o que predispongan al paciente a otras enfermedades graves.
La toxicomanía en el presente o en el pasado también puede debilitar los puntos de apoyo sociales, entre los que se encuentra la relación del paciente con el equipo encargado de su tratamiento. La relación entre un paciente drogodependiente o alcohólico y los miembros de su equipo de tratamiento se caracteriza por la desconfianza mutua. La inquietud por el abuso de drogas del paciente puede hacer que el médico dude la veracidad del historial divulgado por dicho paciente, los síntomas de los que informa y su seguimiento de la terapia. El doctor quizás oculte su inquietud para ganarse la confianza del paciente, pero puede que el paciente sienta la desconfianza del equipo de tratamiento, dude de sus buenas intenciones y forme expectativas negativas que más adelante se convierten en realidad. La desconfianza puede perturbar la evaluación, el manejo y el seguimiento de la enfermedad y puede tener como resultado el fracaso de terapias concebidas para mejorar la calidad de vida del paciente.
Por lo tanto, un historial de toxicomanía puede socavar el cuidado paliativo y aumentar el riesgo de morbilidad o mortalidad de aquellos pacientes con enfermedades progresivas incurables. Esto sólo se puede mitigar mediante una estrategia terapéutica que tome en cuenta la toxicomanía o el alcoholismo mientras implementa otras terapias. Para organizar esta estrategia, los médicos que proporcionan los cuidados paliativos del cáncer deben tener conocimientos sobre los conceptos básicos de la medicina de adicción.
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